A pesar de no creer en entidades superiores que controlan nuestras vidas, estoy empezando a replantearme si no habrá ALGO AHÍ que no quiere que yo monte en bici durante mi estancia en Alemania...
Como sabéis, cuando llegué aquí
me compré una bici de segunda mano en una tiendecita. Además me regalaron un candado (bastante fulero). La bici en sí no era ninguna maravilla, pero con ella tardaba la mitad en ir a trabajar.
Al poco tiempo,
me pegué una leche con la bici cuando volvía a casa. PRIMER AVISO.
Poco tiempo después, se me rompió el pedal. SEGUNDO AVISO. Se la llevé al tío que me la vendió y amablemente me la arregló gratis, aunque tardó una semana.
Hace un par de semanas, se me volvió a romper el mismo pedal. TERCER AVISO. Se la llevé otra vez al tío y me la arregló de nuevo. Esta vez me cobró 10 € porque me cambió el pedal. Y otra semana sin bici que estuve mientras la arreglaba.
Hace unos días, el candado empezó a renquear. Cada vez se me complicaba más abrirlo. Tuve que haberlo visto venir...
Hace tres días, casi no pude abrir el candado para volver a casa del curro, pero yo, desafiante, en vez de comprar un candado nuevo directamente, me fui a hacer la compra y enganché la bici en un sitio para bicis con mi candado chungo. En aquel momento esa
entidad que no quiere que monte en bici debió soltar una risa burlona...

Cuando salí del supermercado con la compra, fui a abrir el candado...pero no, no se abrió, los 15 minutos que estuve sufriendo intentándolo dan fé de ello. Encima, dado el elevado sentido del civismo que tienen en Alemania, todo el mundo me miraba con cara de "Como te canteas intentando robar esa bici sin ningún disimulo, no?". Yo ya no sabía donde meterme. Hasta una pareja de ancianos, haciéndose los interesados por mi problema, intentaron tantearme a ver qué tramaba. Qué vergüenza...
Al día siguiente, quedé con un amigo antes de ir a trabajar para ver si a él se le daba mejor...pero tampoco. Además nos llevamos de regalo la conversación con otro espontáneo transeúnte que nos preguntó directamente si estábamos robando la bici. Yo flipo con estos alemanes.

Un día después, me escapé un rato del curro a media mañana y me acerqué a la policía a ver si me podían ayudar. Muy amables ellos, me informaron de que si les traía un recibo para demostrar que la bici era mía, me intentarían ayudar encantados. El día anterior, un amigo me había dejado su bici, ya que el no iba a estar aquí en unos días, así que el viaje a la comisaría lo hice en esa bici. Y claro, no podía acabar mi mala suerte: al ir a enganchar la bici a una valla, la mitad de la llave se quedó dentro del candado (véase foto adjunta de la llave accidentada). Qué bien! Ahora tengo que comprar DOS candados en vez de uno...para pegarse un tiro...
Así que al día siguiente volví con mi recibo y, en efecto, intentaron ayudarme con una
herramienta, pero el candado ni se inmutó. Ja. Ja ja ja.
Así que en ese punto estoy ahora. La verdad es que al principio estaba un poco rayado, pero ahora me lo tomo con filosofía; no es la primera vez que paso una racha de mala suerte. Ahora procederé con un par de intentonas de fuerza bruta más (previsiblemente inútiles) y luego intentaré algo más creativo que tengo en mente, total, de perdidos al río.
Espero que os hayan gustado mis "Crónicas de un engañao". Intentaré en algún momento ofreceros una segunda edición donde relataré el desenlace final del engañao y su bici.
Ah, por cierto. Como buen friki, he consultado internet (infructuosamente) a ver si encontraba alguna solución a mi problema y he constatado que a la gente se le va la olla, y para muestra un botón; aquí tenéis a gente abriendo candados del mismo tipo que el mío con
nitrógeno líquido, un
gato de coche y un
boli bic. Ver para creer.